Cuando pienso en intimidad y conocimiento de Dios, mi texto preferido es el de I Samuel 17:37 que dice: Y David añadió: “El SEÑOR, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, me librará de la mano de este Filisteo.” Y Saúl dijo a David: “Ve, y que el SEÑOR sea contigo.”
La situación era muy difícil ya que durante cuarenta días un ejército entero estuvo aterrorizado por las palabras del poderoso representante de su viejo enemigo. Es la historia del combate cuerpo a cuerpo entre David y Goliat.
Este texto registra la experiencia de alguien que ya sabía cómo era enfrentar el peligro. Su experiencia anterior con el peligro se remonta a las peripecias que pasó cuidando las ovejas de su padre. Cuando fieras atacaban el rebaño, David las tuvo que enfrentar para salvar a sus animales.
En aquellas ocasiones de combatir sin testigos y sin escuderos humanos con enemigos mucho más fuertes que Él, tuvo que depender de la ayuda de Dios.
El hecho de estar vivo luego de combates espectaculares con leones y osos, indica que le fue muy bien por confiar en Dios.
Este joven aprendió algo: Dios nunca falla; Dios nunca decepciona a los que confían en Él y Dios nunca pierde una pelea, por lo que es digno de confianza.
Dispuesto a enfrentar a su nuevo enemigo, un guerrero de casi tres metros de altura, declara palabras de confianza basadas en lo que ya había vivido y conocido de Dios: Dios lo librará nuevamente.
Cualquier persona que se atreva a poner toda su confianza en Dios, sabrá que Dios es más que suficiente para librarlo; quien confía en Dios, siempre será mayoría.